Normalmente no suelo pisar la playa en verano a partir de las 10 de la mañana. Sinceramente... no me gustan nada las grandes masas de personas, ni los lugares excesivamente concurridos y populosos. Mas bien soy amante del sosiego, la tranquilidad y la calma.
Es por eso que algunos fines de semana veraniegos como el de hoy, a eso de las 07:00 horas toca el despertador y mi mujer y yo nos ponemos en marcha si ambos hemos decidido de común acuerdo visitar el litoral.
Es una costumbre que tenemos desde hace años, aunque quizás para algunos no sea algo del todo agradable madrugar de esta manera los domingos. Para nosotros si lo és. Es más, nos encanta sobremanera.
Además, en pleno agosto y en la provincia donde resido es la única forma de dar un paseo por la playa, y un baño si cabe y apetece, sin que prácticamente nadie te esté incordiando ni acorralando.
Pero hoy ha sido especial. Ha sido especial porque el mar y el viento estaban en calma.